Aunque ayer
rectifiqué para decir que lo peor de empezar con BBG no habían sido las fotos,
si no las agujetas, hoy voy a partir una lanza a favor de ellas.
No
significa que las agujetas no sean malas, no, no, son horribles. Ni que las
fotos no fueran lo peor. Quizás han sido lo mejor que me ha pasado, darme
cuenta de dónde me encuentro ahora (aclaración: me encuentro en un cenagal de
michelines doloridos y salud pésima).
Pero me
gusta tener agujetas. A ver, me encantaría tener menos y que al menos sentada o
tumbada no me dolieran, claro. No veo el momento de que estas primeras y muy
dolorosas agujetas pasen y sean un recuerdo del pasado y una advertencia sobre
un estado al que no debo ni quiero volver.
Pero me
gusta tener agujetas. Noto mis músculos (y su ausencia) y sé donde necesito
concentrarme, pues es donde más duele. Sé que he usado mi cuerpo más de lo que
está acostumbrado, y eso es bueno. Sé que puedo hacer una rutina de ejercicio
no fácil (no digamos difícil, dejemos el difícil para las siguientes semanas) y
sobrevivirla. Y que mi cuerpo lo ha notado, lo ha sufrido y lo ha trabajado.
Espero
seguir teniendo agujetas con cada semana nueva de la BBG, por que significará
que he trabajado un poco más duro, un poco más alla, un poco más de fuerza, un
poco más de músculo. Significará que me he vuelto a esforzar más allá de mis
límites, de lo que pensaba que eran mis fronteras.
Las
agujetas significarán que he mejorado.
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