miércoles, 28 de diciembre de 2016

El aire de Madrid

Yo soy madrileña de nacimiento, y enamorada de mi ciudad. Adoro perderme por sus calles, ya sea por el centro o por algún barrio residencial, me encanta el ambiente, la gente y la chulería, que haberla, la hay.
Sin embargo, soy también muy consciente de sus fallos (o al menos, de algunos de ellos, tampoco hay que ensañarse) y hay uno del que últimamente se oye y se habla mucho: la contaminación. 
Pues para quien no se lo crea, Madrid sí está muy contaminado, está cubierto por una seta de aire de mierda, y todo aquel que vuelve a la capital después de un tiempo lo nota enseguida. La piel se reseca y cuartea, la garganta raspa, la nariz se llena de mocos, y a veces los ojos lagrimean. Quizás soy un poco exagerada, vale, pero es cierto que todo esto me ocurre a mí. Y esta mañana he notado algo más, que no me había llamado nunca antes tanto la atención: cuesta respirar.
He salido a correr, y si bien es cierto que estaba un poco desentrenada y que mi barrio es todo cuestas, no he podido pasar de los 2 kilómetros. Tal cual suena, he pasado de hacer de normal 5 o 6, y hasta la carrera de 10 en Octubre, a no poder llegar ni a 2. Antes de nada entono el mea culpa, y es que como ya he escrito, estoy algo desentrenada - pero de eso a no poder correr ni 15 minutos seguidos hay una diferencia bien grande.

Me ha dado mucha pena, por que adoro mi ciudad y a su gente, pero ahora mismo no es nada saludable vivir bajo el cielo tan bonito de Madrid. 

De todas formas, estoy convencida de que con creatividad y esfuerzo se va a conseguir reducir la contaminación para devolver a Madrid el aire limpio que se merece, y entre tanto, no pienso flaquear ante los 10km que me esperan el sábado - Ayá vamos San Silvestre Vallecana!!

lunes, 19 de diciembre de 2016

BBG Semana 24 AKA Ronda 2 completada!

POR FIN!!!! 
Ya lo daba casi por imposible, pero no! He conseguido convencerme y hacer la última semana y así acabar POR FIN la segunda ronda de BBG!

Por un lado estoy feliz por haber hecho dos rondas, por otro me quedo con sabor agridulce por no haber sido constante en la segunda - aunque también soy consciente de que las circunstancias no han acompañado. A los números me remito: en Mayo es cuando empecé a flaquear, y es que...

  • De Mayo a Diciembre han sido 30 semanas
  • En 10 semanas he tenido viajes de trabajo de entre 1-5 días
  • 1 semana de vacaciones en verano en Santander
  • 3 semanas de vacaciones en Asia
  • otras 4 semanas he tenido fines de semana largos en Madrid
  • otro en Ámsterdam
  • otro en Mallorca
  • y otro en Berlin
  • 1 semana vino mi familia de visita
  • y otra vinieron mis suegros.
Y así pasamos de 30 semanas a 7 semanas con tiempo suficiente para hacer deporte, durante las cuales una estuve enferma y otra con un jet lag horroroso. 
Aun así me ha dado tiempo a acabar la BBG y preparar y conseguir la carrera de 10km de octubre. 

Así que sí - es cierto que a pesar de los viajes podría haber acabado la BBG mucho antes, pero también es cierto que el cuerpo me pedía un poco de descanso y se lo he dado. 

Lo que saco en claro es que la BBG ya no me sirve - necesito constancia para seguir el plan semanal y me lío al estar de viaje y no poder hacerlo. Me siento un poco culpable al no tener el tiempo para hacer tres sesiones semanales y esto ha hecho que ya no disfrute de la BBG. Y eso es justo lo que quiero evitar, ver el deporte como obligación y no como placer. 

Me despido de la segunda ronda de BBG y (por ahora) también me despido del todo de la BBG... El año que viene ya promete venir con muchos viajes de trabajo (es lo que tiene, los suecos me adoran!) y tengo que reorganizarme para ver qué tipo de deporte encaja en mi nueva vida. Por ahora toca concentrarme en la San Silvestre, que mi hermana pequeña está entrenando a tope y me va a dejar atrás como no me ponga las pilas!

viernes, 16 de diciembre de 2016

Las barreras invisibles

Ayer rompí una barrera invisible que me había creado yo solita a mi alrededor: no volver a la BBG.
Si tengo que ser sincera, la barrera estaba construida a base de vagancia, miedo, estrés y excusas. Los ladrillos más difíciles de romper han sido los del miedo: a no conseguirlo, a tener agujetas horrorosas, a lesionarme por la falta de ejercicio.

1. Lo conseguí
2. Las agujetas prometen ser horrorosas.
3. Sigo entera, sin lesiones.

Así que resulta que no era para tanto, y quiero anotar mis sentimientos de ayer para tenerlos a mano la próxima vez que una barrera amenace en el horizonte:

  • No tardé ni 5 minutos en cambiarme de ropa y montar mi esquina deportiva en el salón.
  • Durante la sesión me costó acabar ciertos ejercicios, otros no fueron tan complicados, aunque todos exigentes.
  • Al acabar volví a sentirme bien, imagino que en parte por las endorfinas que se supone que se liberan, pero sobretodo por ver que era capaz, que no había sido tan horrible, y que estaba un poquito más cerca de mi meta. 
  • Después estiré con una sesión de yoga, y la disfruté mucho más que los días anteriores.
  • Cambié la ducha mañanera por una después del ejercicio en tarde-noche, y tuve bien de tiempo para echarme crema y mimarme después, cosas que en el día a día a las 6.23 de la mañana ni me dan tiempo ni me apetece (hace mucho frío...).
  • Dormí como una cesta de gatitos al lado de una estufa. 
Yo ayer rompí una de las barreras que tengo a mi alrededor, y me sentí bien. Me hace reflexionar cuantas barreras habré construido que no veo ni siento, pero no me dejan ser la mejor versión de mi misma, la versión que quiero ser.
Sin embargo, estoy contenta por todas las barreras que he conseguido romper este año: correr 10km y disfrutarlo, cambiar mi alimentación a más sana sin renunciar a caprichos, muchas más responsabilidades en el trabajo de las que había imaginado jamás,... son todo cosas que me dieron mucho miedo en su momento, a las que incluso mi cuerpo y mente se negaban al principio, pero que en cuanto he intentado, he acabado disfrutando y queriendo más. 

Y a vosotros, como os va rompiendo vuestras barreras?

jueves, 15 de diciembre de 2016

Excusas, excusas y más excusas

Pues eso, que me he convertido en la señorita de las excusas para no hacer deporte.
Según mi agenda y control mensual de hábitos, llevo 3 semanas sin mover el culo salvo dos días que hice yoga, el segundo siendo ayer que ya me mosqueé conmigo misma. 

Voy a hacer un recopilatorio de excusas que seguro que a más de uno le suenan:

"Hoy he trabajado tanto, me merezco un descanso"
Teniendo en cuenta que trabajo sentada mirando una pantalla durante varias horas al día, sí, necesito un descanso, de pantalla y de pensar. Pero no trabajo levantando piedras así que descanso muscular no me hace falta. Y qué mejor para descansar la mente lejos de una pantalla? Exacto, hacer deporte. Excusa: FALLIDA.

"Hoy he salido tarde de trabajar, no me da tiempo"
Define tarde: Llegando a las 18.30 a casa (empiezo a currar a las 7.30 y esto es Alemania amigos, aquí esa hora es "tarde"). Pero sigue siendo 1,5 horas antes de la cena y ahí da tiempo a hacer tres sesiones de BBG seguidas.
Excusa: FALLIDA.

"Me duele un poco la tripa, será mejor que no haga deporte"
Esta es cuentitis pura y dura. Tengo pruebas de mi propia experiencia en la que salir a correr me ha alividado dolores de tripa (por la menstruación), de cabeza y hasta catarros. Así que...
Excusa: FALLIDA.

"No me apetece hacer deporte"
Bueno, esto ni siquiera es una excusa, es para cuando ya no se me ocurren más, simplemente me repito que no debo obligarme a hacer algo que no quiero y me auto-olvido de lo bien que me siento durante y después y de que, en realidad, no es que no quiera, es que estoy en plan vaga total.
Excusa: FALLIDA.

También hay otras perlas ganadoras de concursos internacionales de excusas como...

"Esta mañana me he lavado el pelo, como haga deporte me lo ensucio"
"No quiero cambiarme de ropa"
"Tengo que poner una lavadora"

y demás cuentos del tipo "tengo que bañar a mi pez".

Así que me voy a poner retos, que me molan mucho y eso sí que lo disfruto, y me reto a mí misma a acabar la puñe... dichosa ronda 2 de la BBG hasta final de semana:

A BLOGGER PONGO POR TESTIGO QUE NUNCA MÁS VOLVERE A PONERME EXCUSAS

He dicho.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Deporte viajero

Iba llamar a la entrada "Deporte en las vacaciones" pero creo que es distinto hacer vacaciones con más tiempo libre de lo normal, que hacer deporte durante unas vacaciones con viajes y muchas actividades programadas. En el primer caso en principio hay más tiempo para dedicarse a uno mismo y para incluso probar cosas nuevas, y en el segundo caso el tiempo está más restringido y si se viaja a otros países puede que los deportes sean distintos o nuevos. En mi caso fue el segundo tipo, y estoy muy contenta de haber introducido el deporte como algo natural en el viaje, sin dejar de hacer otras mil cosas, ni dejar de zampar (mucho) ni beber (también mucho). Lo que quiero decir es que no me he obsesionado, simplemente he introducido actividades sanotas dentro del plan de viaje sin que el resto se resintiera. 

Caminar, caminar, caminar

Al rugbier y a mí nos mola mucho andar, y más cuando estamos de turisteo. Nos gusta patear ciudades y perdernos por barrios turísticos y desconocidos, no somos los usuarios ideales del transporte público y menos aún taxis. Y en ciudades como Bangkok, donde los taxis son sustituidos por tuk-tuks que están deseando timarte por tu carita blancucia de turista (a la vuelta estabamos un poco morenitos, pero los primeros días parecíamos los primos de Edward Cullen), así que nos decidimos por andar y conocer el Bangkok algo menos turístico, y prescindimos del todo de tuk-tuks. Y todo positivo: nos ahorramos pasta, vemos más de la ciudad, y quemamos las cervezas Tiger. 
Para haceros una idea, el día que más andamos fueron unos 25 kilómetros. 

Senderismo por cascadas

En Laos visitamos varias cascadas y nos pateamos a lo tonto otros 15 kilómetros en una mañana. Podríamos haber alguilado scooters pero ocurren tres cosas: a mí me dan un poco de miedo (ya tuve un accidente con una scooter en Indonesia hace unos años), si ocurre algo en Laos los hospitales brillan por su ausencia, y me parece una manera muy poco ecológica de hacer turismo. Tengo dos piernas y dos pies, no necesito un motor que contamina para moverme. 

Lleva-llevame en tu bicicleta

Lo que sí que hicimos fue alquilar bicicletas en la isla de Don Det para visitar las cascadas del Mekong en la isla de al lado Don Khon. Fue una vuelta muy maja, de unos 15km, atravesando arrozales, un antiguo puente francés, y viendo un poco más de la vida local de la que los sitios turísticos muestran. 
En Champasak también alquilamos una bicicleta para ir a visitar unos templos a unos 10km de distancia. De nuevo podríamos haber ido en scooter o en tuk-tuk, pero ir en bici nos dio libertad, nos hizo sentir bien, y es que las endorfinas que se liberan durante el ejercicio también están en vacaciones. 

Yoga en el atardecer

En instagram sigo a una profesora de Yoga llamada Xuan-Lan que hace unos meses posteó varias fotos de su viaje por Asia, y me enamoraron las fotos de un retiro de yoga cerca de Luang Prabang, nuestra última parada en Laos. Busqué información, pero el hotel donde ella hizo el retiro, pero buscando encontré que había en la ciudad un par de sitios donde daban clases de Yoga. El que más me gustó fue un bar-restaurante llamado Utopía que daba clases en una plataforma con vistas al atardecer sobre el río Nam (afluente del Mekong). 
Pensaba ir sólo una tarde, mientras el rugbier se quedaba en el bar tomando una cerve y leyendo, y al final repetí una segunda tarde. Fue tan chulo! La profesora era un encanto, muy dulce y muy atenta, y teniendo en cuenta que era una clase de viajeros de distintos niveles de yoga, consiguió que todos nos encontráramos a gusto con la clase. Para mí al menos fueron las mejores clases de yoga a las que he ido: sudé la gota gorda, estiré todos los músculos, y me relajé al final. 
Yo soy la maja vestida de gris

Y vosotros, integráis algun tipo de ejercicio en vuestros viajes? 

lunes, 5 de diciembre de 2016

Asia 2016 - Tailandia, Camboya y Laos

Lo prometido es deuda, y además me apetece dejar constancia de el viaje por escrito, para poder volver en el futuro y recordar lo genial que fue. 
En total han sido 3 semanas, 3 países, 7 alojamientos distintos, 8 vuelos y tropecientos mil recuerdos.

La primera estación del viaje fue Bangkok, en Tailandia, la última en decidirse, y qué pena hubiera sido no haberla incluido al final! Yo iba con la mosca detrás de la oreja por que mi única idea de la ciudad era la película "Resacón 2". Lo sé, muy cultureta, pero es que además había oído ya de mucha gente que no era una ciudad bonita, que nos la podíamos saltar. Ahora, después de haber pasado 3 días, y con ganas de volver en el futuro, me alegro un montón de haber tenido unas expectativas tan bajas, por que magnificó mucho más mi impresión de Bangkok. 
Está claro que hay que adaptarse: es una ciudad muy grande, caótica, llena de gente, de coches, de motos, de puestos de comida apestosa,... y de templos, de budas, y de monjes. Nuestro hotel estaba en Chinatown, el barrio más caótico de toda la ciudad, y uno de los más alucinantes. Fue una inmersión en el sudcontinente asiático sin miramientos y en agua fría. 

La segunda estación fue Siem Reap, en Camboya. El nombre de la ciudad no dice mucho, pero los templos de Angkor, que están a un par de kilómetros de distancia, son los que atraen a miles de turistas cada año.
De Siem Reap nos enamoraron dos cosas: El hostal en el que nos alojamos, y los templos. LOS templos, por que no es sólo uno como suele pensarse (al menos era lo que yo creía), si no que llegan a casi 300. Estuvimos dos días, el primero nos organizó nuestro anfitrión un tour con tuk-tuk por los templos "pequeños", que eran 6 y en los que estuvimos más de 10 horas, sin ganas de irnos. El segundo día llegó el plato fuerte: Angor Wat (Templo de Angkor), Angor Thom (ciudad de Angkor) y Ta Phrom (antiguo monasterio budista). Visitar el complejo de Angkor es una maravilla y en cada esquina hay un detalle nuevo con historia y belleza propias. A mí personalmente lo que más me gustó fue la mezcla de piedra y árbol. 


La tercera estación fueron dos semanas en Laos, en varias ciudades por el sur y en la antigua capital real en el norte. 
En la meseta de Bolavén visitamos cascadas de 120m de caída y conocimos otra manera de llover, además de café de comercio justo y bichos con un canto tan intenso que parecían alarmas antiincendios. Todo en medio de un parque natural hogar de arañas tan grandes como manos. 
En las 4000 islas del Mekong disfrutamos de paisajes fluviales, paseos en bici, ferrys de estabilidad dudosa, y la única piscina que catamos en todo el viaje (y que bien nos sentó). 
En Champasak visitamos los templos anteriores a Angkor en bici y nos rendimos al modo de viajar en Laos: no se sabe bien como, pero al final todo acaba funcionando. 
En Pakse nos dejamos mimar con masajes de pies, piernas, hombros y cabeza por 7€ la hora.
En Luang Prabang nos enamoramos de los faroles que alumbran el casco antiguo por la noche, de los bollitos de coco, de los restaurantes de herencia francesa, de el ambiente colonial patrimonio de la humanidad, del mercado matutino (lleno de cosas un poco peculiares para comer) y del mercado nocturno de artesanía, de las clases de yoga viendo atardecer junto al río, de visitar templos y templos, de los elefantes rescatados que pudimos montar y bañar, de viajes en barco por el Mekong.


Nuestro viaje empezó con mucha fuerza y fue pasando a aguas más tranquilas en Laos, dándonos todo lo que queríamos (cultura, naturaleza, tranquilidad, gastronomía,...) y mucho, muchísimo más. 


Sin duda, haré todo lo posible por volver al sudeste asiático en cuanto pueda, y mientras tanto, no voy a parar de recomendárselo a todo el mundo. Es una experiencia que merece la pena. 
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...